jueves, 19 de mayo de 2011

Presentación


Andrea Dodorico, amigo y maestro me sugirió leer a Pietro Aretino, escritor e intelectual renacentista conocido por sus escritos licenciosos que fue capaz de escribir los famosos Sonetti lussuriosi (Sonetos lujuriosos) y al mismo tiempo escritos moralizantes.

Leyendo a Pietro Aretino descubrí la Escuela de doncellas o la filosofía de las damas una joya del barroco francés repudiada y olvidada, a la que gracias a que algunos ejemplares huyeron a Holanda y se salvaron de la hoguera hoy podemos presentar a Susanne y Fanchon las protagonistas de la escuela de la desobediencia.

En la Francia del siglo XVII nace el salón literario, donde se reunían aquellas maravillosas Preciosas, conversaban, filosofaban y sentaron las bases de los movimientos culturales más importantes del siglo XVII.

El montaje de La escuela de la desobediencia invita a imaginar un salón literario, ese espacio íntimo donde la mujer podía desarrollar su gran potencial.

Para mi es emocionante pensar que Susanne y Fanchon van a ser encarnadas para mostrar que la mujer ha sentido, siente y sentirá placer sexual con la misma intensidad que el hombre. Que tiene el derecho a tener una educación al respecto, las jóvenes eran educadas en la ignorancia y por lo tanto su infelicidad estaba garantizada.

Nuestras protagonistas defiende lo contario, desobedecen y por lo tanto son más libres.

Susanne nos cuenta que el ímpetu de la naturaleza no entiende de normas escritas por ninguna mano de hombre. Buscan breves espacios de libertad a través de la piel.

En intimidad ellas se presentan libres, divertidas, preciosas, sabias, inocentes, filósofas, idealistas, inteligentes, transgresoras. Sostienen un vocabulario sin ambages, un ideario contundente sin resquicio alguno al discurso de la doble moral, la ven, la señalan y se aprovechan de ella. Ahí radica su grandeza.

Este proyecto nace con emoción de saldo de alguna deuda, la emoción de poder contribuir humildemente a colocar durante hora y media el placer de la mujer en el mismo lugar que el hombre pone el suyo. En el misma alta repisa.

A las mujeres de mi vida va dedicada.

Mi punto de partida es un intenso trabajo de interpretación de actrices, la belleza y el juego. Un espacio escénico basado en una gran alfombra roja que inunde todo el escenario. Un vestuario deslumbrante y una música que nos evocara a la mujer eterna, llena de vida.

A la previsible pregunta de cual creo que puede ser la sensación que le quede al espectador después de asistir a la representación de La escuela de la desobediencia, mi contestación sería y será que mi único deseo es que el publico regrese rápidamente a sus hogares a hacer el amor, porque Susanne y Fanchon vienen a enseñarnos que el placer carnal solo puede servir para ayudarnos a confiar más en el más grande sentimiento que puede sentir un ser humano, el amor por el otro.

LUIS LUQUE


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